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La Cultura en tiempos de Unidad Popular

Se creó la Editorial Quimantú, que imprimió diez millones de ejemplares de 250 títulos, en las colecciones: Quimantú para todos, Mini libros (obras de literatura universal y chilena), Nosotros los chilenos (mini reportajes con ilustraciones sobre la idiosincracia de los chilenos), Cuadernos de Educación Popular, Cuncuna (colección infantil), Camino Abierto, Análisis y acción, Clásicos del Pensamiento Social, Figuras de América. Todos estos libros se vendían a bajo precio en los kioscos de diarios. La editorial lanzó en 1971 cerca de 50 000 ejemplares de una obra, récord nunca más superado en el país.


Las universidades apoyaron la creación artística y las actividades culturales en sindicatos y poblaciones. Se potenció el desarrollo de Chile Films, y de la televisión universitaria. En las artes escénicas se fortaleció el teatro experimental de la Universidad de Chile y la Universidad Católica, igual que la danza popular.


La Nueva Canción Chilena recuperó y reinterpretó la música de raíz folclórica latinoamericana, comunicando contenidos sociales y políticos, alcanzando una importante difusión a través de la Discoteca del Canto Popular (dicap), con exponentes como Víctor Jara, Isabel y Ángel Parra, Patricio Manns, Quilapayún, Intiillimani. El guitarrista Eulogio Dávalos, protagonizó conciertos clásicos populares junto al guitarrista argentino Miguel Ángel Cherubito. Surgieron composiciones musicales como la "cantata", que rompían las barreras entre "la música de concierto, ligada históricamente a las elites" y las masas populares, creadas, entre otros, por compositores como Luis Advis (1935-2004) y Sergio Ortega (1938-2003), y popularizadas por conjuntos como Quilapayún e Inti Illimani.


El Tren de la Cultura en febrero de 1971 recorrió el país desde Puerto Montt hasta Santiago, con la participación de sesenta artistas de las más diversas disciplinas artísticas.


Una popular expresión plástica fue el muralismo, a través de las brigadas muralistas, siendo la más reconocida la brigada Ramona Parra, cuyo director artístico fue Alejandro “Mono” Gonzalez, y tuvo el respaldo de artistas plásticos como Roberto Matta.


Todo se encaminaba a romper con una cultura elitista y ampliar el acceso de los sectores populares a la literatura, el teatro, el arte, la música y otras experiencias artísticas.


(Fuentes: Memoria Chilena, Biblioteca Nacional/Entrevistas y registros históricos de diarios, revistas, libros, organizaciones artísticas y culturales)


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